Por fortuna, cada uno de nosotros posee un guardián interno que cuida de nuestra salud. Es el sistema inmunológico, que de manera silenciosa, permanentemente está protegiendo nuestras vidas, esencialmente frente a virus, bacterias, parásitos e incluso a tumores.
El buen estado del sistema inmune, es sinónimo de buena salud y es considerado como el ángel de la guarda de nuestro organismo, como el “poli bueno” de la película, que nos protege de enfermedades y de sufrimientos. De esta manera el sistema inmunológico protege la identidad biológica de cada individuo como persona única e irrepetible, que es precisamente donde precisamente se fundamenta la diversidad de la especie humana. Para ello establece una frontera entre lo propio “el yo biológico” al que respeta y todo lo demás “no propio” o extraño, que es objeto de neutralización o incluso destrucción.